Reposo
Los muros blancos, las puertas y sus comisuras sostienen un elefante indio gigante. El mandala amarillo lleno de formas igual que un alma vieja en todas sus figuras. Un pino pequeño de alta montaña. Una sombrilla no es nada en una tarde nublada sin lluvia, espera. Jhony, mi dulce amigo, ahora las flores de metal te acompañan allá donde descansa la belleza y el frío. Los recordatorios del silencio constantemente me aturden, piden dos horas diarias, los ojos cerrados mirando hacía adentro. Un paseo por el mundo en diez minutos mientras mastico galletas y renuncia al vuelo de ida y vuelta. Cada momento se desparrama en un recipiente nuevo. La espuma se marcha conforme el agua pesada toma su espacio en un jarrón cristalino. Se ven las ilusiones y sus burbujas se desvanecen en lágrimas sin rumbo. La vida es un misterio por su cualidad infinita, y de ella nada comprendo. Lo que es pequeño se transforma junto a lo inconmensurable, siempre sin permiso. Hay tardes que parecen inmóviles, vac